Doce años después de las primeras irregularidades y de que el caso Balenciaga se sustanciara en los juzgados, ya hay una sentencia. El exalcalde de Getaria (Gipuzkoa) Mariano Camio, del PNV, ha sido condenado a penas que suman cuatro años y medio de cárcel como autor de un delito continuado de administración desleal y otro de falsificación continuada en documento mercantil en el caso de la construcción del Museo Balenciaga. El museo fue presupuestado en unos cinco millones y acabó costando 30. El arquitecto, el cubano Julian Argilagos, con quien Camio mantenía una relación sentimental, según la Fiscalía, recibía sus emolumentos en función de los incrementos presupuestarios. Argilagos sigue en paradero desconocido.
Sin embargo, pese a la acusación que sostenía el Ministerio Público, el exregidor, juzgado el pasado mes de abril en la Audiencia de Gipuzkoa, ha sido absuelto del delito de malversación y del delito societario en su modalidad de denegar o impedir a un socio el ejercicio de los derechos de información objeto de acusación.
El exalcalde fue procesado por cuatro delitos: administración desleal, falsedad en documento mercantil y malversación de caudales públicos, por el que la Fiscalía solicitaba ocho años. También pedía para el arquitecto cubano, Julian Argilagos, en paradero desconocido, cuatro años por administración desleal e intrusismo. Camio le adjudicó la dirección de las obras pese a no tener la titulación requerida en España.
El Ministerio Público defendió durante la vista que la relación sentimental que mantenían Camio y el arquitecto cubano, proporcionaba una de las claves principales del caso. De hecho, calificó de "doloso" el ánimo de enriquecimiento, favorecimiento y "defensa personal a ultranza" del alcalde a un arquitecto que, aunque llevó la dirección de las obras no acreditó su titulación en España.
En esencia, toda su acusación se centró en demostrar cómo Camio, director gerente de la sociedad que se constituyó en 2005 para construir el museo, incrementó el presupuesto del edificio, con lo que benefició las arcas de su pareja por aquellos años. Una cláusula en la que se especificaba que sus honorarios crecerían si crecía el presupuesto por encima de lo pactado, y los pagos crecientes a este, que pasaron de 0,5 millones a 1,2, en poco tiempo, avalarían esa tesis.
Cuatro años y medio de prisión
La sentencia, recurrible en apelación ante la Audiencia Provincial de Gipuzkoa en un plazo de diez días hábiles, fija una pena de prisión de dos años y seis meses para Camio por el delito de administración desleal, y por el delito de falsificación en documento mercantil, le condena a otros dos años de prisión con inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de toda la condena. Además le multa con una cuota diaria de 8 euros con responsabilidad personal subsidiaria en caso de impago, durante diez meses.
Sin embargo le absuelve del delito de malversación y societario en "su modalidad de denengar o impedir a un socio el ejercicio de los derechos de información objeto de acusación", y le insta a abonar a la Fundación Cristóbal Balenciaga la cantidad de 43.687,84 euros y a la mercantil Berroeta Aldamar la cantidad de 426.093,94 euros.
También absuelve del delito de intrusismo objeto de acusación al arquitecto Rolando Paciel, encargado de supervisar las obras cuando el titular Julián Arguilagos se fue a vivir a Miami sin estar finalizado aún el museo.
En la primera jornada del juicio Camio sostuvo que no hizo nada ilegal y que Argilagos era la persona adecuada para llevar adelante el proyecto. El fiscal Juan Carlos Gálvez en un interrogatorio de unas seis horas a Camio le ha preguntado por el contrato que suscribió en 2001 con el arquitecto cubano, que contenía cláusulas según las cuales los honorarios del arquitecto se incrementarían en función del aumento del presupuesto del proyecto de rehabilitación del palacio Berroeta-Aldamar y construcción del museo Balenciaga. Y eso es lo que sucedió, al multiplicarse el presupuesto por seis.
Condenado a cuatro años y medio de prisión
Asumió las obras del museo cuando Argilagos residía en Miami